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El Buen Vivir está relacionado con lo sublime, lo delicado y fuerte, parece una paradoja, pero
tiene coherencia desde lo necesario de la naturaleza y las experiencias pasadas que sirven de
sustento a las nuevas vivencias proyectadas en las generaciones futuras. El Buen Vivir responde
a un complejo conjunto de factores sociales, culturales, históricos, que propician intercambios de
saberes desde el cuidado y protección de la naturaleza, y ya no antropocéntrico, sino que eleva la
responsabilidad de las personas. Es un actuar dinámico, cambiante, progresivo que busca las
mejores condiciones de vida, entendiendo la vida no sólo del ser humano sino de cada organismo
viviente.
Es menester precisar que el Buen Vivir tiene fundamento constitucional, ya que la norma
constitucional ecuatoriana establece en su artículo 14 derechos de la población ecuatoriana, en la
disposición aparece contenido el Buen Vivir como elemento indispensable para conseguir las
metas que se proponga tal población, en tal sentido el mencionado artículo dispone que Se
reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado,
que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay; Se declara de interés público la
preservación del ambiente, la conservación de los ecosistemas, la biodiversidad y la integridad
del patrimonio genético del país, la prevención del daño ambiental y la recuperación de los
espacios naturales degradados.
Aunado a lo anterior, se presenta el artículo 83 de la Constitución del Ecuador (Asamblea
Constituyente, 2008) que señala los deberes y responsabilidades de la población ecuatoriana, de
lo cual resalta el numeral 7 que sostiene la promoción del bien común y el hecho de anteponer el
interés general al interés particular, todo ello conforme al Buen Vivir. Es decir, que le Buen Vivir
es inmanente a la rutina de la República ecuatoriana, pues se corresponde con los derechos y
obligaciones de toda la población.
Por lo demás, El Buen Vivir o Sumak Kawsay está totalmente vinculado a la naturaleza o
Pacha Mama, porque esta debe ser respetada, considerada, enaltecida y protegida por las personas.
Ese conjunto de elementos de la naturaleza en su gran amplitud no puede ser usados sin ninguna
responsabilidad, sino que se permite su uso, pero sin descuido, con la materialización real, cierta
y efectiva de amparo, lo cual se hace más evidente en la actividad turística.
Es así que, en el caso ecuatoriano, la naturaleza tiene derechos de rango constitucional, de este
modo lo determina el artículo 71, cuando describe que La naturaleza o Pacha Mama, donde se
reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el
mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos;
toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el
cumplimiento de los derechos de la naturaleza. Para aplicar e interpretar estos derechos se
observarán los principios establecidos en la Constitución, en lo que proceda. El Estado incentivará
a las personas naturales y jurídicas, y a los colectivos, para que protejan la naturaleza, y promoverá
el respeto a todos los elementos que forman un ecosistema”.
La disposición anterior da cuenta de la necesaria armonía que debe existir con la naturaleza,
pues de ella nace y se desarrolla la vida y ella, en sí misma, es vida, por lo tanto existe el deber
de cuidarla de las generaciones actuales para preservarla. De igual manera, se observa que además
de reconocer constitucionalmente los derechos de la naturaleza, se integra el término indígena
quichua Pachamama como sinónimo de naturaleza, por lo cual se recupera el valor cultural que
tiene la Madre Tierra para los pueblos indígenas. Pues desde los tiempos precolombinos la
naturaleza no es un objeto de propiedad, sino un espacio de vida que forma parte integral del ser
humano, y así debe respetarse.
Lo descrito permite evidenciar los graves daños causados al ambiente. Frente a esta situación,
la preocupación de los pueblos indígenas y otros sectores sociales por el deterioro del medio ha
trascendido las fronteras de los países latinoamericanos (Pérez Morón y Cardoso Ruiz, 2014). De